22 de noviembre de 2013

Mi espiral.

Aquí, aquí es donde quedo con la inspiración si se esconde,
aquí, aquí es donde mis ojos se abren
donde mi dolor deja de ser ciego
donde todo fluye sin muros que retengan.

Aquí quedo con mi yo a solas sin apariencias doloras,
sin mentiras sonoras,
sin falsas sonrisas y con lágrimas sentidas.
Aquí, en mi mundo, narro mis más sinceros secretos.

Y me hundo,
aquí, sin quererlo, sin saberlo, sin buscarlo...
No hay luz en mi mundo, es una espiral constante,
no tengo norte que me guíe, ni estrella que ilumine.

Pero aquí sigo, luchando por aparentar,
por no mostrar mi verdad,
por hacer feliz a los demás,
mientras mi otra mitad me grita atrévete a cambiar.

22 de octubre de 2013

Desesperar por despertar.

Su vacío es su suicidio personal, el ahogarse en su mente con agilidad, entre sus ecos de indiferencia y sus gritos de dolor. Sus sentimientos fluyen, mas no varían de sentido ni tampoco se destruyen; es dolor, es amor, es pasión y temor. Es respirar la vida y escupir la rutina, es fantasía.
Es atrayente, la capacidad de fingir ser fugaz, de volar sin metas entre los demás, de plantarse ante el mundo como indiferente cuando sabes que eres capaz de petrificar con solo tu verdad. Desesperas por despertar...

14 de abril de 2013

Rutina mental...

Yo ya no logro entender lo que pretendo conseguir con esto, he llegado al límite, a ese límite que todos sabemos que existe, al cual nos da miedo llegar pero que sin embargo sabemos que está ahí y que algún día nos tocará sobrepasar. Pienso de verdad que lo he alcanzado demasiadas veces y me noto confundida. ¿Y si no es un límite? ¿y si mi límite está por encima del de todos los demás? a lo mejor ni si quiera tengo uno y a mi cabeza le da igual lo que haga o no. Pero eso no puede ser así, tengo que tenerlo, de lo contrario no estaría escribiendo sobre límites.
No se por qué me pasa esto, se que "está mal", dentro de lo a que mi cabeza le ha dado la gana de interpretar por maldad, no lo debería hacer pero hay algo en mi que me lleva a hacerlo. Igual lo que no tengo es límite de maldad, a lo mejor me gusta lo malo y es esa la explicación, una fácil solución a todo este problema, demasiado fácil. Pero y por qué no, no siempre detrás de una pregunta se encuentra una respuesta enrevesada e encrucijada . Además, no es tan fácil, porque si no tengo límites de eso, podría hacer cualquier cosa, y yo no querría, porque yo sí tengo límites de culpabilidad, no podría vivir siempre pensando en esa cosa que hice que no debería haber echo, aunque me gustase hacerlo y hubiera disfrutado como nunca, y me encantara volver a repetirlo, y que fuese más real y... Se me ha ido de las manos.
Puede que no sea mía toda la culpa, eso es, no tiene por qué ser mi responsabilidad. No es muy maduro atribuirla a otra persona (podríamos pensar) pero si el otro sujeto tuviera ciertamente ese límite del que hablamos, no habría sucedido nada de lo que de echo ha ocurrido.
Ciertamente esto no resuelve mi problema, yo me sigo sintiendo igual que hace cinco minutos, y la pregunta que no quiero que me ronde no para de sobrevolar mi cabeza.

13 de abril de 2012

Cavilando

Pensamos que lo tenemos todo, vivimos alegres sin remordimientos hasta que llega ese momento de aislamiento. Odiamos la soledad, evitamos esos instantes en que nuestra cabeza cavila más de lo que debiera.
No me gusta estar sola, no me gusta que mi cabeza invente cuentos tormentosos, escupa verdades encarceladas, no me gusta que se libere de sus mentiras y otorgue el reino a la dañosa realidad.
Lo he hecho mal, no he sabido compaginar la realidad y la ficción. Soy consciente de que yo ya me encontraba en este estado, de hecho llevo encerrada mucho tiempo aquí, es doloroso saber en que situación te hallas y no conocer el modo de salir. Lo intentas por varios caminos, es cierto que siendo poco optimistas podemos engañarnos diciéndonos “era imposible que todo saliera bien a la primera”. ¿Por qué pensamos eso? ¿De verdad no lo podríamos haber solucionado en un principio? Si realmente conocemos el problema, deberíamos saber solucionarlo. Si tú te encuentras sola, fácil, abre tu barrera. 
Incierto, la verdad es que esto no es así, no nos conocemos lo suficiente para saber solucionar nuestros desastres monumentales.
Yo parto del conocimiento de mi problema, he intentado solucionarlo, he avanzado y retrocedido meticulosamente por diversos caminos, no siempre de igual manera y al mismo ritmo, pero lo he conseguido, claro está, he conseguido hundirme más en la mierda al no llegar al premio inalcanzable y querido por todo ser humano. He llegado a mis conclusiones y como la mayoría de las personas, una de las que más peso tiene ha sido “yo soy el problema, soy la culpable, por qué habré nacido así...”

Dichosa soledad.