30 de mayo de 2011

Seis o quizás siete años.

Como la sangre
que acude siempre a la herida
sin esperar que la llamen.

Como un pájaro
que alimenta siempre a su cría
sin esperar nada a cambio.

Como el fuego
que aun que se apegue
siempre quedan las cenizas para calentarte.

Como el Sol
que nos rodea con sus brazos
sin preocuparse por las fronteras.